lunes, 2 de octubre de 2017

Mi amor, el buen cine.

Blade Runner, el futuro que llegó.







La última vez que alguien me contó una película completita fue una noche del año 1984. Fue mi pata Edi Bolaños; estábamos en la entrada de mi casa en Jesús María, sentados en dos muros altos. Allí nos quedábamos conversando por horas ciertas noches luego de regresar de nuestras incursiones en el barrio de Lince, donde teníamos buenos amigos y amigas. Esta vez no hablamos de la chica que nos gustaba o de la próxima fiesta por venir, descartando los quinceañeros claro, ya no estábamos para eso. Edi me contó la última peli que lo había impactado en el cine: Blade Runner. Recuerdo perfectamente cuando me describió la escena en la que Deckard, el detective del futuro que interpreta Harrison Ford, arma en mano y muy cauteloso, aguarda el momento preciso para sorprender al líder de los replicantes, el fornido y ario Roy Batty, interpretado por Rutger Hauer. El detective se escuda tras una pared con chorros de agua que se filtran por el techo del vetusto edificio. Escucha al replicante que recitaba amenazas con sorna desde lejos. El eco del abandonado y lúgubre recinto empieza a sembrar el miedo en el vil humano. La voz se acerca y, de pronto, se calla. Solo suena el golpeteo de la lluvia en los techos de la metrópolis de neón. Deckard pega su espalda a la pared y estira el brazo con el arma apuntando hacia uno de los posibles ingresos del androide. Voltea a la derecha y a la izquierda. Casi se adhiere a esta pared, abre más los ojos, la oscuridad no es buena aliada en una situación así. Entonces un puño atraviesa la pared desde el otro lado, como si esta fuera de papel. El sorprendido termina siendo él. Y Roy Batty, el colosal humanoide, toma el brazo del detective y lo jala a través del hueco. El rostro de niño asustado de Ford es conmovedor. Ignora qué pasará con su brazo al otro lado de esa pared que lo cobijaba. El replicante, saciando su sed de venganza por sus partners antes eliminados, le rompe tres dedos al detective como si deshojara margaritas.

Esta historia se quedó impresa en mi cabeza. De hecho yo veía y reveía cómics de ciencia ficción para adultos donde este futuro ya tenía forma y color. Los personajes y escenarios distópicos de Moebius o Enki Bilal encajaban perfectamente en lo que mi amigo narraba.


Dosmildiecinueve

Hoy, 35 años después, puedo decir que he visto cuatro versiones de Blade Runner. En la TV, un sábado cualquiera haciendo zapping entre los nueve canales que teníamos en Perú a principios de los noventa, vi la que se estrenó en EE.UU. (1982). Me capturó la primera escena que vi. Recién empezaba la película y no puedo negar que me emocioné. Sí, era Blade Runner. Ahora puedo decir que era la versión for dummies, la cual no tenía toda la venia del director, Ridley Scott. Los productores lo despidieron antes que termine de editarla porque ya había sobreexcedido el presupuesto. Acusaban al realizador inglés de ser despilfarrador y exageradamente perfeccionista. Además, no estaban contentos con el resultado; decían que no se entendía nada y el final era una mierda. Pero ningún otro director aceptó tomar el encargo de finalizarla, era una papa caliente. Así que llamaron a Scott a regañadientes pero poniéndole condiciones legales para que la termine: la voz en off de Ford a lo largo del metraje para que explique los detalles que, a ellos, les parecían demasiado sutiles para el público, y por supuesto, cerrar con un final feliz. Consideraban que solo así podrían recuperar algo de su millonaria inversión. El mismo 1982 se estrenó una versión similar en Europa, Asia y Australia que duraba unos minutos más porque incluía escenas más violentas y una parte subida de tono (según los gringos) donde Ford descubre los muslos de la bellísima Sean Young (que interpreta a Rachael, la chica buena) mientras se besan furibundamente. Igual el largo no tuvo la acogida esperada por el público masivo, y claro, la taquilla fue decepcionante.
Pero la historia, las impecables imágenes y los desolados personajes en medio de esa envolvente banda sonora de Vangelis, siguieron su camino. El filme, basado en una de las novelas de Phillip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), continuaba exhibiéndose en pequeñas salas de cine de EE.UU. y el resto del mundo. Ciertos cinéfilos y lectores de cómics empezaban a hablar de ella con unción. Con respeto monacal la pedían. Obviamente, la Warner Bros, no fue ajena a esta lenta pero efectiva viralización. Es en 1992 que la distribuidora lanza al mercado, en el décimo aniversario de Blade Runner, el “Director’s Cut”. Lo cual era una verdad a medias pues tampoco Scott había dado su total aprobación a esta reedición. Fue entonces que la vi por primera vez en pantalla gigante, en el cine Julieta de Miraflores. Salí enamorado... del cine.


De culto

¿Estrategia de marketing fríamente calculada o el curso natural de vida de una obra maestra? ¡Qué más da! la película ya era de culto. Ese mundo que Scott materializó en el celuloide había trascendido cualquier plan estructurado de algún directorio hollywoodense. Esa distopía hipnotizante en un contaminadísimo Los Angeles de 2019 tocó a muchos. "Es la película de ciencia ficción no-animada que más me ha influenciado" sentencia Shinichiro Watanabe, el capo del anime. Fueron otros quienes sacaron sus propios animes alrededor de ese mundo, cual secuelas o precuelas no autorizadas. Además se hicieron dos versiones oficiales en cómics. Los ilustradores y gráficos del mundo espontáneamente han propuesto "sus afiches" para el film. Algunos se atrevían diseñando el afiche de la secuela que nadie había anunciado: Blade Runner 2054. Pasaba que los medios y fans pedían, exigían, la segunda parte. Alien, también de Scott, ya tenía varias secuelas aunque de otros directores. Y Scott, el padre de la criatura, se encargó de una de las precuelas (Prometheus), ¿por qué no con Blade Runner?. Los que respetamos el peso del film, su grado de profundidad en el sentido de la humanidad, la vida, más valorada por un humanoide antes que por un ser de carne y hueso, no queríamos nada más. Agradecíamos el respeto de Scott por su masterpiece. Una de las columnas vertebrales del cine de ciencia ficción, una cátedra del film noir futurista con una dirección de arte exquisita, barroca y fulminante.


Epopeya sin fin

“Dangerous Day” te lo cuenta todo todo en tres horas y media. El docu es parte del DVD Pack que se lanzó en 2007 con cuatro discos. Es casi una epopeya lo que vivieron todos los involucrados en gestar este film. Desde el guionista original, Fancher, que Scott decidió reemplazar casi al final por David Peoples, porque necesitaban algo menos filosófico para que el público se enganche más, hasta las idas y venidas de los diseñadores gráficos que lucen su chamba en la cinta: logotipos de restaurantes y bares, el patrullero o las portadas de las revistas en un quiosco. Es en los detalles donde se aprecia ese extremo cuidado que le imprimió Scott a su obra. Cada frame de este film es un Rubens, un Caravaggio. Los profesionales que pusieron su arte en la fotografía, la iluminación, el styling, lo cuentan todo en este extenso making of. Y por supuesto lo que vivieron y sufrieron los actores. Sus aportes, porque al final, o desde el principio, también son artistas, creadores. El mismo Edward James Olmos que se inventa ese idioma ininteligible, o las espontáneas líneas finales que Batty (Hauer) recita like tears in the rain antes de morir.
En 2007, a 25 años de haber sido estrenada, finalmente Ridley Scott tuvo la oportunidad y toda la autoridad para hacer su final cut. Aclarar el enigma de si Deckard era el quinto replicante que faltaba eliminar. Corregir algunos errores, a los que los fans ya hasta cariño les teníamos. Scott aprovechó la nueva tecnología digital para arreglar la secuencia donde la replicante Zhora cae abatida por las balas. La escena original, en cámara lenta, dejaba en evidencia que no era la guapa actriz Joanna Cassidy sino una doble con una peluca ridícula. 

Dosmilcuarentainueve

Es julio de 2017. Hace una noche fresca en el desierto de Ica. La luna dibuja claramente el lomo de la duna que tenemos al lado. Otra vez estamos mi amigo Edi y yo conversando y no hay ninguna lluvia ácida que nos haya obligado a cobijarnos en alguna cueva o quebrada. Nos contamos la película de nuestras propias vidas burguesas. Sorbiendo un trago al borde de una piscina en un confortable resort mientras su esposa, mi esposa y mi hija duermen en sus respectivas habitaciones. No disimula su entusiasmo Edi ante la alta tecnología al mostrarme en la pantalla de su smartphone que todo está en orden en su casa en Florida, donde sus tres hijos también duermen. Le instalaron un sistema de cámaras de seguridad y una aplicación le permite chequear todo esté donde esté. Un rato antes tuvimos una divertida videoconferencia con nuestro amigo Iván, quien vive en Ginebra. Algunos de los avances científicos que pronosticara Dick en su novela y que Scott plasmase en el film, tres décadas atrás, se vienen dando ya. Aunque los autos que vuelan son solo prototipos y los robots humanizados están a un nivel muy primario.

Ridley Scott lo piensa todo desde el principio. Su trayectoria lo confirma. Y precisamente dos años antes que nos alcance ese 2019 que su cabeza hilvanó, lanza la secuela Blade Runner 2049. Esperada por casi tres generaciones de cinéfilos. No la dirige pero sí la produce. El canadiense Denis Villeneuve es el director, pero los hilos de Scott se sienten. Él, innovador como siempre, en estos tiempos de hiperconexión y tu propio cine en casa o, si quieres, en tu bolsillo, lanzó tres cortometrajes para ir salivando antes que llegue el plato de fondo. Son sobre sucesos que se dan entre 2022 y 2049. Para que cuando estemos en nuestras butacas listos para la secuela, nos dejemos abducir entregados a esa nave maravillosa que es el cine; el buen cine, claro está. ¡Que no te la cuenten!


Charly Salinas Jaramillo

Fuentes:
https://www.pinterest.com/persephone666/blade-runner/?lp=true


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