miércoles, 6 de abril de 2016

Un-cuento


No te calles







Italo sube por la escalera de caracol. Bolsas en mano. Antes que llegue a la azotea alcanza a escuchar los gorjeos expectantes de sus vecinas. Hace una pausa para echar un vistazo al mar como todos los días, pero esta vez la pausa se torna en contemplación, reflexivo cierra los ojos y la brisa mañanera infla sus pulmones, celeste que te cueste en el cielo y el sol desperezándose detrás de su minidepa alquilado en el tercer piso de una casa miraflorina. Paz se quedó el fin de semana. Y hoy se lo tiene que contar, hoy tiene que ser. Las palomas lo esperan con real devoción en el techo de calamina, otras en las paredes y ventanas de ladrillo del minidepa de al lado que está a medio construir. Saben que llegan sus suculentas migajas de pan, por montones. ¡Al ataque! aletean ellas, se atropellan... muy pocas blancas, las más gris rata y no muchas de plumaje color capuccino con toque de verde en anillo alrededor del cuello. Inflando sus buches exigen el desayuno dominguero de este verano que se asoma con toda su luz y todo tu calor.