Ismael Carrillo. Peruano,
Master of Arts.
Conducir de Gaithersburg a Baltimore le puede tomar a Ismael
Carrillo una hora y media, así puede llegar tranquilo al Maryland Institute
College of Arts 30 minutos antes que empiecen sus clases. También enseña en el
Corcoran College of Art y el Art Institute of Washington. Pero hoy le toca en
el MICA.
Ismael toma el recorrido con calma y aprovecha para procesar creativamente un trabajo recién encargado: el Latino Magazine de Texas quiere una ilustración para un artículo que aborda el tema del bajo porcentaje de latinos en empresas de Sillicon Valley. Si la lentitud del tráfico lo permite garabateará algunas ideas en uno de los blocks que siempre lo acompañan.
Ismael toma el recorrido con calma y aprovecha para procesar creativamente un trabajo recién encargado: el Latino Magazine de Texas quiere una ilustración para un artículo que aborda el tema del bajo porcentaje de latinos en empresas de Sillicon Valley. Si la lentitud del tráfico lo permite garabateará algunas ideas en uno de los blocks que siempre lo acompañan.
Llevaba siete años viviendo en Barcelona cuando unos personajes
imaginados y dibujados por él danzaron en la ceremonia de clausura de las
olimpiadas del ‘92, a la vista de millones de personas en las pantallas de TV
de todo el mundo. Ese mismo año, en Perú, sobrevivíamos a la resaca del
fujishock y al autogolpe del Chino. Entre coches bomba y apagones, los
diseñadores buscábamos “iluminarnos” en los cineclubes viendo películas
españolas paridas por genios como Almodóvar y Bigas Luna; memorables historias
y personajes, impecables directores de arte y fotografía llenaban los ojos y
sacudían nuestros cerebros. Gracias a las olimpiadas descubríamos la riqueza
visual de los catalanes comandados por ese iluminado del diseño que es
Mariscal. Esta ola ibérica también trajo publicaciones con gráfica inspiradora
que los de Taller Cuatro “cazábamos” en Lima: colecciones de comics firmados
por los mejores guionistas e ilustradores del mundo, incluidos los españoles, y
también revistas, como Man, con pautas de diagramación y publicidad muy
agresivas.