Profesión: Disoñador gráfico
Los
diseñadores gráficos tenemos sueños particulares. Más aún cuando
recién empezamos a chambear. Entre los mios recuerdo tres: diseñar
una pieza gráfica que llegue a la China, también la marca de una
aerolínea y ¿por qué no? los cartelitos de “hombre” y “mujer”
para los baños. Ya tengo casi 30 años diseñando con Taller Cuatro
y podría decir, arriesgándome a sonar petulante: check, check,
check. El primero con Pedregal, la agroexportadora líder en el
mercado de uvas rojas, cuyos empaques (con sello de Produce of Peru)
llegan no solo a China sinó también a Norteamérica y Europa. El de
la aerolínea se cumplió con una propuesta de identidad aprobada y
comprada, pero que lamentablemente, por temas del cliente mismo,
nunca agarró vuelo. Y los carteles de baño los diseñé para el bar
de unas amigas que quedaba en Larcomar: Sazú.
Los
diseñadores gráficos no estamos solos. Cumplir nuestros sueños
depende de nosotros, sí, pero no totalmente. Hay que saber elegir a
los clientes pero también a los aliados profesionales adecuados. Hoy
en día contamos con fotógrafos, redactores, ilustradores,
animadores digitales y, como siempre, las imprentas. Todos
determinantes para que un sueño no se convierta en pesadilla. Desde
los tiempos de Gutemberg la imprenta ha avanzado de la mano del
grafista, y viceversa. Lo esencial es compartir la misma convicción
por el trabajo hecho con calidad, con pasión.
A
mediados de los noventa, en la legendaria imprenta Amauta, me
encontraba supervisando el tiraje de un catálogo para Cibertec que
llegaría a todo el país en formato de suplemento. Lo planteamos muy
visual, muy fotográfico. La megamáquina de donde saldrían los
60,000 ejemplares, doblados y cortados de un tirón, era nueva y muy
high
tech.
La era digital había llegado ya a la industria gráfica. Sin
embargo, encontré dos errores al revisar la primera prueba. Debíamos
corregirlos así el maquinista dijera “pero nadie se va a dar
cuenta, Jefe”. -Yo me doy cuenta y eso basta- le aclaré… e
inmediatamente levanté la voz en medio de la planta -¡Paren las
máquinas!-. Decirlo me hizo notar que se cumplía un sórdido sueño
mío. El error había sido de montaje, de ellos; asumieron su
responsabilidad y fuímos a resolverlo. Nos amanecimos allí aquella
noche. El sábado siguiente, junto con El Comercio, llegó el
suplemento de Cibertec a los más importantes distritos del Perú. La
satisfacción de ver tu diseño como lo pensaste, bien acabado, es lo
único que cuenta. No hay excusas.
La
imprenta más importante de Costa Rica pertenece al diario La Nación.
Corría el año 2008 y allí estaba yo poniéndole visto bueno a las
pruebas de impresión de los afiches y catálogos de La Leona
Rainforest, un ambicioso proyecto turístico desarrollado en el
Parque Nacional El Arenal. Menos de un año atrás mi cliente en
Florida (USA) me había dicho una frase que jamás soñé escuchar.
Desplegó mapas en su escritorio, abrió ene páginas web y fotos en
la pantalla de su PC
y me contó con lujo de detalles sobre su paradisíaco descubrimiento
en este hermoso rincón del mundo, a pocos kilometros de una infinita
laguna vigilada por un imponente volcán en actividad: El Arenal.
Después de dos eufóricas horas mi cliente finaliza y me advierte
que no piense nada, que no haga ni siquiera un dibujo y concluye –te
pido que primero vayas allá, navegas, caminas… ¡te inspiras! y
empiezas a diseñar-. Así lo hice. Doble check!
Los
sueños no llegan solos. Debemos perseguirlos, buscarlos, chambearlos
y si los cumplimos ¡los celebramos! pero solo un ratito porque
debemos continuar… soñando, diseñando, creando.
Artículo publicado en la Revista MAGENTA en febrero de 2016, por los estudiantes de la primera promoción de la carrera de Artes y Diseño gráfico empresarial de la Universidad Señor de Sipán. Chiclayo, Perú.
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