viernes, 18 de marzo de 2016

Artículo Indefinido


Profesión: Disoñador gráfico




Los diseñadores gráficos tenemos sueños particulares. Más aún cuando recién empezamos a chambear. Entre los mios recuerdo tres: diseñar una pieza gráfica que llegue a la China, también la marca de una aerolínea y ¿por qué no? los cartelitos de “hombre” y “mujer” para los baños. Ya tengo casi 30 años diseñando con Taller Cuatro y podría decir, arriesgándome a sonar petulante: check, check, check. El primero con Pedregal, la agroexportadora líder en el mercado de uvas rojas, cuyos empaques (con sello de Produce of Peru) llegan no solo a China sinó también a Norteamérica y Europa. El de la aerolínea se cumplió con una propuesta de identidad aprobada y comprada, pero que lamentablemente, por temas del cliente mismo, nunca agarró vuelo. Y los carteles de baño los diseñé para el bar de unas amigas que quedaba en Larcomar: Sazú.


Los diseñadores gráficos no estamos solos. Cumplir nuestros sueños depende de nosotros, sí, pero no totalmente. Hay que saber elegir a los clientes pero también a los aliados profesionales adecuados. Hoy en día contamos con fotógrafos, redactores, ilustradores, animadores digitales y, como siempre, las imprentas. Todos determinantes para que un sueño no se convierta en pesadilla. Desde los tiempos de Gutemberg la imprenta ha avanzado de la mano del grafista, y viceversa. Lo esencial es compartir la misma convicción por el trabajo hecho con calidad, con pasión.

A mediados de los noventa, en la legendaria imprenta Amauta, me encontraba supervisando el tiraje de un catálogo para Cibertec que llegaría a todo el país en formato de suplemento. Lo planteamos muy visual, muy fotográfico. La megamáquina de donde saldrían los 60,000 ejemplares, doblados y cortados de un tirón, era nueva y muy high tech. La era digital había llegado ya a la industria gráfica. Sin embargo, encontré dos errores al revisar la primera prueba. Debíamos corregirlos así el maquinista dijera “pero nadie se va a dar cuenta, Jefe”. -Yo me doy cuenta y eso basta- le aclaré… e inmediatamente levanté la voz en medio de la planta -¡Paren las máquinas!-. Decirlo me hizo notar que se cumplía un sórdido sueño mío. El error había sido de montaje, de ellos; asumieron su responsabilidad y fuímos a resolverlo. Nos amanecimos allí aquella noche. El sábado siguiente, junto con El Comercio, llegó el suplemento de Cibertec a los más importantes distritos del Perú. La satisfacción de ver tu diseño como lo pensaste, bien acabado, es lo único que cuenta. No hay excusas.

La imprenta más importante de Costa Rica pertenece al diario La Nación. Corría el año 2008 y allí estaba yo poniéndole visto bueno a las pruebas de impresión de los afiches y catálogos de La Leona Rainforest, un ambicioso proyecto turístico desarrollado en el Parque Nacional El Arenal. Menos de un año atrás mi cliente en Florida (USA) me había dicho una frase que jamás soñé escuchar. Desplegó mapas en su escritorio, abrió ene páginas web y fotos en la pantalla de su PC y me contó con lujo de detalles sobre su paradisíaco descubrimiento en este hermoso rincón del mundo, a pocos kilometros de una infinita laguna vigilada por un imponente volcán en actividad: El Arenal. Después de dos eufóricas horas mi cliente finaliza y me advierte que no piense nada, que no haga ni siquiera un dibujo y concluye –te pido que primero vayas allá, navegas, caminas… ¡te inspiras! y empiezas a diseñar-. Así lo hice. Doble check!

Los sueños no llegan solos. Debemos perseguirlos, buscarlos, chambearlos y si los cumplimos ¡los celebramos! pero solo un ratito porque debemos continuar… soñando, diseñando, creando.



Artículo publicado en la Revista MAGENTA en febrero de 2016, por los estudiantes de la primera promoción de la carrera de Artes y Diseño gráfico empresarial  de la Universidad Señor de Sipán. Chiclayo, Perú.

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